“¡Último momento! Huberto Roviralta deja la casa de Susana con la nariz rota.” Pamparapampa papapapá anunciaba la placa roja de Crónica TV en el 98. “Ladrón, hijo de puta ¿cuándo te vas a ir de acá, vividor?” fueron las palabras con que la Su echó a su marido de la casa de Barrio Parque. Más tarde en una conferencia de prensa la diva del teléfono blanco declaró: “Trató de agredirme, yo me defendí y le tiré con un cenicero.”
- En lugar de un cenicero, yo le hubiera tirado todos los muebles por la cabeza a ese parásito roñoso- dijo Mónica Beatriz, mientras preparaba el tuco para el almuerzo, y así lo hizo años después sólo que no con Roviralta sino con Alfio el enano con quien llevaba casada casi dieciocho años.
Como todo gran amor el de Mónica Beatriz y Alfio el enano fue un amor no correspondido.
Alfio el enano llegó, allá por el ochenta, en una caja violeta de la empresa de correos Oca a la casa de la calle Tucumán, cuando Mónica Beatriz todavía vivía en Castelli.
- ¿Quién es?- preguntó la Peti cuando tocaron la puerta.
- Cartero. Traigo un paquete para la señorita Mónica Beatriz.
- ¡Pochito! ¿qué haces vestido de violeta un lunes a la tarde?- le dijo la Peti al hijo de la Pocha, su vecina.
- Y Peti ahora trabajo en Oca y me obligan a usar el uniforme.
- ¿Y te cargan mucho los del club, Pochito?
- Y… lo normal Peti “Pochito travesaño, Pochito vení que te pongo la estampilla, avisame cuando quieras que te re-parto a domicilio”, pero es lo que me permite llevar el pan a casa, ¿qué se le va a hacer, Peti?
- ¡Mierda que el trabajo dignifica, Pochito! ¡Mierda!
- Peti, ando un poco apurado, vio. ¿No me la llamaría a Mónica Beatriz que necesito una firmita?
- ¡Ay, sí querido, disculpame! Lo que pasa es que me pongo a hablar y bueno… Aguantame un cachito. ¡Mónica Beatriz, vení para acá que el Pochito está vestido de violeta y además tiene un paquete para vos, llamá a tu padre también que esto es un espectáculo! Ahí viene, Pochito.
- Gracias, Peti.
- Hola, Pochito.
- Hola, Mónica Beatriz- dijo Pochito mientras empezaba a transpirar porque no sabía que Mónica Beatriz había dejado de ser esa ardilla reumatoidea para convertirse en ese minón rubio de unos firmes, muy firmes veinti poquitos. - ¿no me harías una firmita acá?... Perfecto. Esperá, esperá, no te vayas que tengo algunas instrucciones para la entrega.
Pochito acomodó la caja violeta en el medio del porche, fue a buscar el radiograbador hasta el canasto de la bicicleta, pidió permiso para enchufarlo, puso play y se alejó unos pasos. Cuando la canción “Physical” de Olivia Newton John comenzó a sonar, el techo de la caja se zarandeó y un enano en tanga a rayas flúor empezó a bailar alrededor de las rodilladas de Mónica Beatriz.
- Bueno, si me permiten yo me retiro que tengo que seguir repartiendo cartas- dijo Pochito levantándose la visera de la gorra en forma de saludo.
- Pará Pochito, ¿nos vas a dejar acá con el enano?
- Disculpemé, Peti, no se enoje, yo soy solo el mensajero.
El enano Alfio fue regalo de Rubén Carmouze, antiguo compañero de secundaria de Mónica Beatriz y actual director general del circo Rodas. Allá por el ochenta, Carmouze empezaba un nuevo trabajo como asistente de catering en un circo incipiente que hacía temporada en Mar del Plata. A las seis de la mañana, Camouze tenía que tener listos los desayunos de los artista. A Rodolfo, el hombre bala, le gustaba el café con leche con una pizquita de pólvora y las tostadas con mucho dulce de leche. Mirta, la mujer barbuda, detestaba la miel porque hacía que se le pegotearan los pelos de la pera. A Nian-Shui y Xiang-Jun, las acróbatas chinas, Carmouze les llevaba galletitas en forma de perro porque nunca les había entendido una palabra y recordaba que alguien en Castelli le había asegurado que los chinos se alimentaban a base de carne canina. El último de las rondas mañaneras de Carmouze era Alfio el enano, que desde hacía un tiempo estudia filosofía a distancia para dejar de pensar en Noelia.
- ¿Qué tal Alfio? ¿Cómo se despertó esta mañana?
- Y acá ando… tirando para no aflojar, ¿vio como es esto?
- Bueno hombre, arriba que le traje las medialunas con mate.
- Gracias, Carmouze, la verdad que no sé que haría sin usted viejo. Estoy acá desde hace una hora tratando de leer a este Heráclitos, no le entiendo una goma y para colmo de los colmos ayer recibí otra postal de Noelia, ahora parece que está haciendo temporada en San Clemente del Tuyú.
- Bueno, no se me ponga así que las minas son como la guita: van y vienen.
Cuando el enano Alfio firmó contrato por quince años con el circo Rodas, Noelia la enana estaba terminando el suyo. Llegaron a compartir sólo dos funciones del número “bajitos pero no tanto” y dos toqueteos intensos debajo de una mesa durante el show de los caniches. Alfio sabía el que él estaba mucho más metido que ella en la relación y tal vez fue por eso que cuando Noelia le propuso que rompiera su contrato y la acompañara en su gira por la costa atlántica el se negó.
- Me comí los mocos, Carmouze, eso es lo que pasó.
- Bueno, Alfio, no se castigue tanto, que esta inseguridad a las minas les despierta el lado maternal y eso les gusta.
- Lo único que debe ver de infantil en mí Noelia es el tamaño, por lo demás quedé como un cagón, no me debe querer ver ni en figurita.
- Pero si le manda postales de todos lados, la enana sigue caliente con usted.
- Ojalá no se equivoque, Carmouze, ojalá, pero la verdad es que lo veo difícil. ¿Y usted? ¿cómo viene de amores?
- Y no mucho mejor. El fin de semana pasado me fui a Castelli, a la casa de mis viejos, y me encontré con una compañera mía de la escuela que era más fea que pisar mierda descalzo, con eso le digo todo. La cosa es que se volvió un minón como pocos y no me animé a decirle ni hola.
- La soledad de las lindas, Carmouze, usted tiene que jugarla por ese lado ¿me entiende? ¿cómo se llama la afortunada?
- Mónica Beatriz.
- Bueno, le aseguro que Mónica Beatriz ahora debe estar más sola que Adán en el día de la madre.
Y así fue como Carmouze y Alfio el enano aliaron fuerzas para el amor. Alfio iría a Castelli a hablar bien de Carmouze y Carmouze trataría de que la enana Noelia vuelva a integrar el staff del circo Rodas.
Las cosas resultaron distintas. Cuando Alfio el enano salió de la caja violeta de Oca y vio las rodillas de Mónica Beatriz supo que sólo tenía que levantar la cabeza para verle la cara Dios. Esos firmes, muy firmes veinti pocos añitos bien valían una amistad. Cuando Pochito desenchufó el radiograbador y se subió de nuevo a la bicicleta, Alfio el enano se puso el jogging de siré que el circo Rodas regalaba a sus empleados y preguntó a Mónica Beatriz dónde había un teléfono público.
- Carmouze, ¿cómo anda, che? Lo llamo para contarle que el show salió de maravillas, pero igual viejo no se haga muchas ilusiones vio, usted tenía razón esta mina juega en la A.
La verdad era que Mónica Beatriz no jugaba ni en la A, ni en la B, ni en la C. Mónica Beatriz estaba directamente fuera del campeonato / de la copa / del torneo y desde su llegada a la ciudad parecía una margarita achucharrada que pasaba las tardes en el terrenito de enfrente donde la Peti tenía el gallinero para tener un poco de compañía. Aprovechando sus dotes circenses y su estatura de colibrí Alfio el enano estaba siempre dispuesto a treparse a los árboles con Mónica Beatriz, a comerle las uñas de los pies cuando ella no alcanzaba con su boca y a jugar guerras de caca de pollito los sábados a la tarde. El día en que Alfio, subido al tapialcito de la casa, y Mónica Beatriz se besaron por primera vez Alfio el enano descubrió con asombro que ya no pensaba en Noelia ni en sus postales y esa misma tarde se fue con su escalerita hacia el teléfono público.
- ¿Cómo anda Carmouze? Yo bien, bien, gracias hermano. Mire le tengo malas noticias… Sí, de Mónica Beatriz, la mina está en otra ¿me entiende? Yo no lo quiero tirar abajo ni mucho menos, pero en algún momento u otro hay que poner los pies sobre la tierra. Lo que digo es que me parece que tenemos que abandonar el plan. Sí, sí yo también me doy por vencido con Noelia, otra que no se anda con chiquitas, o con chiquitos mejor dicho. Y qué se yo, creo que me voy a ir a Mercedes, mis viejos tienen una panadería y puedo trabajar ahí, iremos viendo a medida que pasa el tiempo. Bueno papá me alegro mucho por usted, que siga así y cuídese de la mujer barbuda que es peligrosísima. Abrazo Carmouse, chau viejo chau.
Alfio y Mónica Beatriz fueron todo lo feliz que se puede ser cuando se vive bajo el mismo techo que la suegra. Cuando Alfio el enano volvía de acompañar al Vasco en el reparto matutino de leche Castelmar la Peti los obligaba a ponerse los patines de lana para sacarle brillo al piso recién lustrado.
- A ver Alfio vos que sos chiquito vení, por qué no te das una vueltita par abajo de la mesa ¿eh? Y vos Vasco que ni se te ocurra dejarme el piso del baño mojado cuando salís de bañarte ¡que yo no soy tu mucama para andar limpiando atrás tuyo!
A veces a la hora de la siesta cuando Mónica Beatriz prefería dormir en vez de jugar al carnaval, la Peti alzaba a Alfio y lo sentaba en el sillón de cuerina rojo frente a la televisión y mientras le pasaba el reporte diario sobre Angélica, la vecina, le pedía que cambiara de canal durante la pausa de Lucho Avilés o que bajara el volumen si comenzaba a cabecear o que lo subiera si le agarraba un ataque de insomnio repentino. Pero lo que a Alfio más le molestaba era que la Peti, arguyendo una dieta, le comiera la mitad del postre.
- ¡Ay! ¡qué pinta tiene ese flan con dulce de leche! Decí que me estoy cuidando con la comida porque sino… a ver Alfio, vos que tenés un estómago tan chiquito dejame probarlo, mmm qué delicia- decía la Peti con la boca marrón de dulce de leche mientras se cargaba tres cucharas más repletas de flan- ¡Pero si este chico me come como un pajarito!
Preso del amor y del odio Alfio el enano se decidió a proponerle casamiento a Mónica Beatriz. Los ojos de ella brillaron detrás de las lentes de contacto verdes y con voz ronca dijo sí. Alfio se trepó a la silla más cercana y estiró sus brazitos cortos y la besó.
- Bueno, cachorra, bueno- dijo Alfio tratando de calmar el entusiasmo de Mónica Beatriz- eso sí, hay una condición: nos la tenemos que tomar de la casa de tus viejos. Y porque sí cachorrita, todo bien, yo sé que son tus papás y todo eso, pero la verdad que la Peti me tiene las bolas al plato, con la excusa de que soy enano me tiene podrido, me hace hacer de todo, no me deja un minuto en paz, me morfa la comida, qué sé yo. En Mercedes, mi ciudad, mi familia tiene una panadería, Virto se llama, como nuestro apellido. Yo ya tengo todo resuelto, vos no tenés que preocuparte por nada, me anoté en la Universidad de Luján voy a hacer un doctorado en filosofía, vos podés amasar medialunas hasta que encuentres algo que te guste, nos compramos una casita en el centro y listo, ¿qué te parece? No me llore cachorra que va a estar todo bien, Alfio está para ocuparse de usted.
quiero ver si cuando dejo un comentario nos llega a todos al mail
ResponderEliminarok, a mi me llego. es una buena forma de informar cuando alguien publique.
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