jueves, 4 de agosto de 2011

Post-tele

Sigo leyendo Puig. Ana: "Ay, estoy un poco cansada, mejor sigo mañana. Me gusta estar cansada, de tanto haber escrito. Me da la impresión de que me gané el sueño, como cuando trabajaba. Qué lindo era eso".

Post-escribir

¿Y saben qué tiene de bueno escribir? Otra reacción química supongo. Después de escribir la pelotudés que sea, ya sé lo que quiero hacer: en este caso, ver televisión. Y es un deseo que llega después de la obligación cumplida. El mejor de los deseos para una chica como yo que fue a misa hasta los 18 años. El más disfrutable, el más intenso, el más arrollador. ¡Y ahora tele!

Escribir

No es fácil. Yo antes creía que era porque qué sé yo, porque era difícil y punto. Pero quién sabe qué es escribir: el que escribe. El que escribe cualquier cosa, el que no puede evitar el impulso incómodo de ponerse a escribir. Eso decía Aira en una entrevista. Decía que escritor era el que escribía, el que sacaba, supongo como él, una novela por año. Yo voy a dejar de lado la parte de la publicación. Creo que se puede ser escritor habiendo escrito una sola novela en la vida y habiendo tenido ese único momento de escritura. Pero ser escritor no es escribir. Escribir nos pasa a muchos. Digo que es un impulso incómodo porque a mí me incomoda, me incomoda tanto como tener que levantarme a hacer pis en un restorán. Cómo odio a mi cuerpo que me pide cosas y cosas como un niño insaciable que siempre quiere más. Que el pis, que tengo sed, que necesito sentarme, que me haría bien hacer algún deporte. El cararrota me pide deporte. Y yo no estoy para eso, ¿de dónde quiere que saque la energía para ponerme una zapatilla, después la otra, el corpiño especial, atarme el pelo, salir? Si tanto quiere tantas cosas, que me provea de las reacciones químicas necesarias para que yo pueda ejecutar sus deseos. Escribir es lo mismo. Creo que durante años tuve el tezón de dominar esa necesidad. Me hacía la boluda, tout simplement. Ponía la tele y listo. Ya está. ¿Qué más podría querer realmente? ¿Qué no me sacia la televisión? Pero ahora ni la tele funciona. Ahora es más como el pis. Peor que el pis en realidad porque el pis, bien mirado, es inevitable y, en su inevitabilidad, es un placer inmenso, un dejarse ir, un ser cuerpo solamente (porque la idea es poder ser, al menos por un rato, una sola cosa unida y no siempre dos en discordia). A la escritura le falta cuerpo. Le falta pis. Le falta hedonismo, supongo. Y yo soy, ya está claro, una persona perezosa. A mí la fiaca me define entera. Podría llamarme Fiaca y me quedaría tan bien a otra chicas les queda Fiona. Entonces es terrible. De repente, necesito escribir. Lo necesito, es raro, no tiene consecuencias tan palpables como el pis (no te sale ningún líquido de ningún lado), pero tiene algo de eso. Tiene algo de estornudo, de sonarse la nariz. Ahora pienso, ahora que me armo un porro y me pongo una película en cuevana y sin embargo tengo que pararla y agarro un libro, y prendo de nuevo el porro, y sin embargo tengo que cerrarlo porque leo algo que, irremediablemente, me devuelve al teclado y por fin tengo que, lo quiera o no, ponerme a escribir. Dice Ana, el personaje de Puig, en su diario ínitmo: "Que después todo se haya echado a perder no me tiene que hacer olvidar lo divino que fue al principio, sería injusto de mi parte". La frase me indigna, no es algo que pienso, es algo que me pasa. Reacción física. "Todo tenés que regularlo desde el filtro", lo escucho en un recuerdo a Felipe enseñándome a armar bien un porro, "el filtro es tu regulador, es lo que te da sostén y te permite dominar el movimiento de la seda". Yo le miraba los dedos, pero de esa escena recuerdo lo que no estaba mirando, el olor de la casa, el aire de esas ventanas, la luz de la lámpara roja en medio de la luz que venía de la plaza de abajo y la luz de París ahí afuera, vista desde lo alto. ¿Cómo podría ese recuerdo, así contado, ser justo? ¡Es injusto recordar todo pasado olvidando lo que nos revela la lámina del presente! ¿Cómo darle el privilegio de seguir pensándolo como "divino"? ¡Era una farsa, qué divino ni qué divino! Pero reflexiono, me calmo: en Puig lo dice una vieja enferma y lo dice pensando en un hombre, su ex-marido, porque el que ya no siente otra cosa más que sincera repulsión. Un hombre que una vez amó pero del que no sufrió un desengaño sino un simple desencantamiento: al conocerlo mejor lo dejó de desear. Tal vez, entonces, ese recuerdo de sus primeros "toqueteos" y lo feliz que ella era en sus brazos sean válidos. En ese caso sí. Como son válidos mis recuerdos con Jean-Philippe en Menton y todo lo que el tiempo se haya robado sin el consentimiento o la acción de ninguno de los amantes. Sin embargo, podría no indignarme. Podría haber llegado a este mismo razonamiento sin haberme indignado. Quizá lo consiga con el tiempo. Como Ana, que es vieja. ¡Es vieja! Yo, en cambio, tengo un odio joven, vigoroso.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Comentarios proceso escritura de Mónica Beatriz.


“¡Último momento! Huberto Roviralta deja la casa de Susana con la nariz rota.” Pamparapampa papapapá anunciaba la placa roja de Crónica TV en el 98. “Ladrón, hijo de puta ¿cuándo te vas a ir de acá, vividor?” fueron las palabras con que la Su echó a su marido de la casa de Barrio Parque. Más tarde en una conferencia de prensa la diva del teléfono blanco declaró: “Trató de agredirme, yo me defendí y le tiré con un cenicero.”
-       En lugar de un cenicero, yo le hubiera tirado todos los muebles por la cabeza a ese parásito roñoso- dijo Mónica Beatriz, mientras preparaba el tuco para el almuerzo, y así lo hizo años después sólo que no con Roviralta sino con Alfio el enano con quien llevaba casada casi dieciocho años.

Como todo gran amor el de Mónica Beatriz y Alfio el enano fue un amor no correspondido.
Alfio el enano llegó, allá por el ochenta, en una caja violeta de la empresa de correos Oca a la casa de la calle Tucumán, cuando Mónica Beatriz todavía vivía en Castelli.
-       ¿Quién es?- preguntó la Peti cuando tocaron la puerta.
-       Cartero. Traigo un paquete para la señorita Mónica Beatriz.
-       ¡Pochito! ¿qué haces vestido de violeta un lunes a la tarde?- le dijo la Peti al hijo de la Pocha, su vecina.
-       Y Peti ahora trabajo en Oca y me obligan a usar el uniforme.
-       ¿Y te cargan mucho los del club, Pochito?
-       Y… lo normal Peti “Pochito travesaño, Pochito vení que te pongo la estampilla, avisame cuando quieras que te re-parto a domicilio”, pero es lo que me permite llevar el pan a casa, ¿qué se le va a hacer, Peti?
-       ¡Mierda que el trabajo dignifica, Pochito! ¡Mierda!
-       Peti, ando un poco apurado, vio. ¿No me la llamaría a Mónica Beatriz que necesito una firmita?
-       ¡Ay, sí querido, disculpame! Lo que pasa es que me pongo a hablar y bueno… Aguantame un cachito. ¡Mónica Beatriz, vení para acá que el Pochito está vestido de violeta y además tiene un paquete para vos, llamá a tu padre también que esto es un espectáculo! Ahí viene, Pochito.
-       Gracias, Peti.
-       Hola, Pochito.
-       Hola, Mónica Beatriz- dijo Pochito mientras empezaba a transpirar porque no sabía que Mónica Beatriz había dejado de ser esa ardilla reumatoidea para convertirse en ese minón rubio de unos firmes, muy firmes veinti poquitos. - ¿no me harías una firmita acá?... Perfecto. Esperá, esperá, no te vayas que tengo algunas instrucciones para la entrega.
Pochito acomodó la caja violeta en el medio del porche, fue a buscar el radiograbador hasta el canasto de la bicicleta, pidió permiso para enchufarlo, puso play y se alejó unos pasos. Cuando la canción “Physical” de Olivia Newton John comenzó a sonar, el techo de la caja se zarandeó y un enano en tanga a rayas flúor empezó a bailar alrededor de las rodilladas de Mónica Beatriz.
-       Bueno, si me permiten yo me retiro que tengo que seguir repartiendo cartas- dijo Pochito levantándose la visera de la gorra en forma de saludo.
-       Pará Pochito, ¿nos vas a dejar acá con el enano?
-       Disculpemé, Peti, no se enoje, yo soy solo el mensajero.

El enano Alfio fue regalo de Rubén Carmouze, antiguo compañero de secundaria de Mónica Beatriz y actual director general del circo Rodas. Allá por el ochenta, Carmouze empezaba un nuevo trabajo como asistente de catering en un circo incipiente que hacía temporada en Mar del Plata.             A las seis de la mañana, Camouze tenía que tener listos los desayunos de los artista. A Rodolfo, el hombre bala, le gustaba el café con leche con una pizquita de pólvora y las tostadas con mucho dulce de leche. Mirta, la mujer barbuda, detestaba la miel porque hacía que se le pegotearan los pelos de la pera. A Nian-Shui y Xiang-Jun, las acróbatas chinas, Carmouze les llevaba galletitas en forma de perro porque nunca les había entendido una palabra y recordaba que alguien en Castelli le había asegurado que los chinos se alimentaban a base de carne canina. El último de las rondas mañaneras de Carmouze era Alfio el enano, que desde hacía un tiempo estudia filosofía a distancia para dejar de pensar en Noelia.
-       ¿Qué tal Alfio? ¿Cómo se despertó esta mañana?
-       Y acá ando… tirando para no aflojar, ¿vio como es esto?
-       Bueno hombre, arriba que le traje las medialunas con mate.
-       Gracias, Carmouze, la verdad que no sé que haría sin usted viejo. Estoy acá desde hace una hora tratando de leer a este Heráclitos, no le entiendo una goma y para colmo de los colmos ayer recibí otra postal de Noelia, ahora parece que está haciendo temporada en San Clemente del Tuyú.
-       Bueno, no se me ponga así que las minas son como la guita: van y vienen.
Cuando el enano Alfio firmó contrato por quince años con el circo Rodas, Noelia la enana estaba terminando el suyo.  Llegaron a compartir sólo dos funciones del número “bajitos pero no tanto” y dos toqueteos intensos debajo de una mesa durante el show de los caniches.  Alfio sabía el que él estaba mucho más metido que ella en la relación y tal vez fue por eso que cuando Noelia le propuso que rompiera su contrato y la acompañara en su gira por la costa atlántica el se negó.
-       Me comí los mocos, Carmouze, eso es lo que pasó.
-       Bueno, Alfio, no se castigue tanto, que esta inseguridad a las minas les despierta el lado maternal y eso les gusta.
-       Lo único que debe ver de infantil en mí Noelia es el tamaño, por lo demás quedé como un cagón, no me debe querer ver ni en figurita.
-       Pero si le manda postales de todos lados, la enana sigue caliente con usted.
-       Ojalá no se equivoque, Carmouze, ojalá, pero la verdad es que lo veo difícil. ¿Y usted? ¿cómo viene de amores?
-       Y no mucho mejor. El fin de semana pasado me fui a Castelli, a la casa de mis viejos, y me encontré con una compañera mía de la escuela que era más fea que pisar mierda descalzo, con eso le digo todo. La cosa es que se volvió un minón como pocos y no me animé a decirle ni hola.
-       La soledad de las lindas, Carmouze, usted tiene que jugarla por ese lado ¿me entiende? ¿cómo se llama la afortunada?
-       Mónica Beatriz.
-       Bueno, le aseguro que Mónica Beatriz ahora debe estar más sola que Adán en el día de la madre.
Y así fue como Carmouze y Alfio el enano aliaron fuerzas para el amor. Alfio iría a Castelli a hablar bien de Carmouze y Carmouze trataría de que la enana Noelia vuelva a integrar el staff del circo Rodas.
Las cosas resultaron distintas. Cuando Alfio el enano salió de la caja violeta de Oca y vio las rodillas de Mónica Beatriz supo que sólo tenía que levantar la cabeza para verle la cara Dios. Esos firmes, muy firmes veinti pocos añitos bien valían una amistad. Cuando Pochito desenchufó el radiograbador y se subió de nuevo a la bicicleta, Alfio el enano se puso el jogging de siré que el circo Rodas regalaba a sus empleados y preguntó a Mónica Beatriz dónde había un teléfono público.
-       Carmouze, ¿cómo anda, che? Lo llamo para contarle que el show salió de maravillas, pero igual viejo no se haga muchas ilusiones vio, usted tenía razón esta mina juega en la A.
La verdad era que Mónica Beatriz no jugaba ni en la A, ni en la B, ni en la C. Mónica Beatriz estaba directamente fuera del campeonato / de la copa / del torneo y desde su llegada a la ciudad parecía una margarita achucharrada que pasaba las tardes en el terrenito de enfrente donde la Peti tenía el gallinero para tener un poco de compañía. Aprovechando sus dotes circenses y su estatura de colibrí Alfio el enano estaba siempre dispuesto a treparse a los árboles con Mónica Beatriz, a comerle las uñas de los pies cuando ella no alcanzaba con su boca y a jugar guerras de caca de pollito los sábados a la tarde. El día en que Alfio, subido al tapialcito de la casa, y Mónica Beatriz se besaron por primera vez Alfio el enano descubrió con asombro que ya no pensaba en Noelia ni en sus postales y esa misma tarde se fue con su escalerita hacia el teléfono público.
-       ¿Cómo anda Carmouze? Yo bien, bien, gracias hermano. Mire le tengo malas noticias… Sí, de Mónica Beatriz, la mina está en otra ¿me entiende? Yo no lo quiero tirar abajo ni mucho menos, pero en algún momento u otro hay que poner los pies sobre la tierra. Lo que digo es que me parece que tenemos que abandonar el plan. Sí, sí yo también me doy por vencido con Noelia, otra que no se anda con chiquitas, o con chiquitos mejor dicho. Y qué se yo, creo que me voy a ir a Mercedes, mis viejos tienen una panadería y puedo trabajar ahí, iremos viendo a medida que pasa el tiempo. Bueno papá me alegro mucho por usted, que siga así y cuídese de la mujer barbuda que es peligrosísima. Abrazo Carmouse, chau viejo chau.
Alfio y Mónica Beatriz fueron todo lo feliz que se puede ser cuando se vive bajo el mismo techo que la suegra. Cuando Alfio el enano volvía de acompañar al Vasco en el reparto matutino de leche Castelmar la Peti los obligaba a ponerse los patines de lana para sacarle brillo al piso recién lustrado.
-       A ver Alfio vos que sos chiquito vení, por qué no te das una vueltita par abajo de la mesa ¿eh? Y vos Vasco que ni se te ocurra dejarme el piso del baño mojado cuando salís de bañarte ¡que yo no soy tu mucama para andar limpiando atrás tuyo!
A veces a la hora de la siesta cuando Mónica Beatriz prefería dormir en vez de jugar al carnaval, la Peti alzaba a Alfio y lo sentaba en el sillón de cuerina rojo frente a la televisión y mientras le pasaba el reporte diario sobre Angélica, la vecina, le pedía que cambiara de canal durante la pausa de Lucho Avilés o que bajara el volumen si comenzaba a cabecear o que lo subiera si le agarraba un ataque de insomnio repentino. Pero lo que a Alfio más le molestaba era que la Peti, arguyendo una dieta, le comiera la mitad del postre.
-       ¡Ay! ¡qué pinta tiene ese flan con dulce de leche! Decí que me estoy cuidando con la comida porque sino… a ver Alfio, vos que tenés un estómago tan chiquito dejame probarlo, mmm qué delicia- decía la Peti con la boca marrón de dulce de leche mientras se cargaba tres cucharas más repletas de flan- ¡Pero si este chico me come como un pajarito!
Preso del amor y del odio Alfio el enano se decidió a proponerle casamiento a Mónica Beatriz. Los ojos de ella brillaron detrás de las lentes de contacto verdes y con voz ronca dijo sí. Alfio se trepó a la silla más cercana y estiró sus brazitos cortos y la besó.
-       Bueno, cachorra, bueno- dijo Alfio tratando de calmar el entusiasmo de Mónica Beatriz- eso sí, hay una condición: nos la tenemos que tomar de la casa de tus viejos. Y porque sí cachorrita, todo bien, yo sé que son tus papás y todo eso, pero la verdad que la Peti me tiene las bolas al plato, con la excusa de que soy enano me tiene podrido, me hace hacer de todo, no me deja un minuto en paz, me morfa la comida, qué sé yo. En Mercedes, mi ciudad, mi familia tiene una panadería, Virto se llama, como nuestro apellido. Yo ya tengo todo resuelto, vos no tenés que preocuparte por nada, me anoté en la Universidad de Luján voy a hacer un doctorado en filosofía, vos podés amasar medialunas hasta que encuentres algo que te guste, nos compramos una casita en el centro y listo, ¿qué te parece? No me llore cachorra que va a estar todo bien, Alfio está para ocuparse de usted.

lunes, 1 de agosto de 2011

Convivencia (Día 1)

Mi madre es una persona rara. Nunca sabes qué está pensando realmente, y es por eso que sus respuestas con frecuencia causan gracia. No porque sea graciosa. No suele serlo. Sino por algo que yo llamo -humor involuntario- "¿es gay o solo tiene mal gusto?", "son cosas que pasan, lo importante es que no le pasen a uno", "se puede ser feo y se puede ser desagradable, pero uno no se puede dar el lujo de ser ambas a la vez" (una variante de la famosa "gorda y con tic no" de MI papá), son algunas de las salidas con las que supo sorprenderme.

Agustina y Martín compraron un departamento que necesitaba mucha obra, y dado que su contrato de alquiler en Las Heras venció y no tenian donde quedarse, yo les ofrecí que vengan a vivir a casa mientras estaba de vacaciones en Europa. Los primeros días, antes que salga el vuelo, decidi ir a vivir a casa de mis papás. Parecía lo mas natural, o eso pense yo.... Me había olvidado de ella.

Hoy antes de salir a trabajar, como sabía que los chicos iban a venir al departamento durante mi ausencia, decidi limpiar y ordenar todo, algo parecido me pasa los días que viene la chica que limpia: ella viene a limpiar y a ordenar y antes que llegue me freakeo y ordeno la casa.
Cuando llego a casa de mis papas me cruzo con mi madre quien suele tener un modo "passive aggressive" que lo detecto enseguida cuando la oración empieza con "te hago una preguntita, sin molestarte". En este caso la frase rezó así: "Hoy estuve en tu casa, y te hago una preguntita, sin molesterte: ¿vos podras ordenar un poco ese departamento para estos chicos?"....Imaginate mi sorpresa, yo ya sabía que en materia de tareas del hogar era un caso perdido, pero jamas que me tengan que criticar el orden cuando específicamente me puse a ordenarla en la mañana. Ni lerdo ni perezoso me apure a pedirle que sea mas específica porque estaba seguro que había dejado todo pristino. "los preservativos del cajón de tu mesa de luz, tenes que sacarlos". Tengo 26 años y vivo solo, que creía? que no tenia sexo? ademas qué hacía revisando mis cajones? estaba buscando exactamente eso, no tengo duda. Se debe haber desilusionado cuando no encontró drogas, vaselina y un dildo (soy gay, ella católica, ante sus ojos soy la persona mas sórdida del mundo)....Me pidió que saque los preservativos como si hubiese encontrado diez chicas paraguayas víctimas de la trata de personas, tras abrir un placard.
Como dije antes mi madre es una persona rara...

Sos el diente que Agustina no tiene

Agustina no tiene un diente. Eso me dice Santi, que le falta un diente. No es un diente, me explica después, es la muela primera, "la que viene después del incisivo mayor, ¿ubicas?", no le alcanzo a decir que me parece raro que se sepa de memoria los nombres de los dientes porque no puedo dejar de imaginar ese vacío en la risa de Agustina, Agustina que pudo haber sido una Romina Yan a los trece, una Bettina O'connell a los deciseís, una Romina Gaetani a los veinticuatro, Agustina que si se dejara de poner el pelo de colores que no existen y que coinciden, tristemente, con los que podría elegir nuestra tía Vero, si se olvidara para siempre del modal y se diera cuenta de que el pueblo judío tiene muchas cosas buenas pero el estilo cotidiano de barrios como el once no es una de ellas sería la chica más preciosa de todo el continente americano. Tiene unos ojos de gato, verdes y sensuales, que desde que soy mínima me hacen sentir, eternamente, la negrita Manuela que sirve empanadas el 25 de Mayo. Y así era, Agustina Mariquita Sánchez de Thompson, Agustina en miriñaque, Agustina la mujer entre los hombres de la Revolución y yo, la cara pintada con un corcho quemado que mi madre NUNCA logró cubrir de manera homogénea, la boca sobresaliendo roja y africana, el pañuelo en V sobre los hombros con una canasta de pastelitos en la mano deambulando sola al fondo del escenario, en el rincón de los sirvientes de época. Y ahora me hace esto: ¡pierde un diente y no lo repone! Ella, que me opacó desde mi primer día de vida, tiene el tupé de ahora, a los 30 años, andar desdentada por ahí. ¡Es una vergüenza! Que hubiera engordado un poco me vino bien: yo adelgacé y la diferencia entre su belleza europea y exótica y mi simpatía menudita de ojos marrones se equilibraba un poco en la magia de una justicia divina. Pero que vaya perdiendo dientes me pone muy mal, de alguna manera ella también me representa, es la prima-linda, la prima-buena, la prima-éxito, ¡que se ponga el diente, que alguien le ponga el diente, que encuentren a ese diente por favor! De estas cosas hablábamos con Santi cuando le leo un mail en el que encuentro que un italiano me seduce tiernamente. La frase era inequívoca: me decía que había ido a un bar gay pero que no era gay, que yo no tenía que preocuparme, y ahí, pícaro, agregaba un emoticón guiñando un ojo. Pero Santi, que es un reverendo inquietador (le encanta inquietar a la gente, lo veo gozar inmensamente en la más mínima angustia ajena), decide interpretar otra cosa: él interpreta que el italiano es bi. Que lo que me está sugiriendo ese emoticón es un "no te preocupes que me gustan los tipos pero a vos también te voy a coger". Y no es eso lo que dice el italiano, el italiano dice otra cosa, clara y precisa: "gusto de vos". Pero el odio que me despierta la absurda lectura de Santi me hace vociferarle, nerviosa y sacada, "sos un desgraciado, sos una mierda, sos el diente que Agustina no tiene". La frase no tiene ningún sentido. Sin embargo, nos hizo reír durante quince minutos y sentirnos dotados, talentosos y felices. Mejor seguir así, en el divague pero que inspira.

sábado, 30 de julio de 2011

El presidente no me escribe

Cuando tenía nueve años, mi papá, que es abogado, empezó a trabajar para el gobierno. No fue en mi recuerdo un día puntual. Más bien diría que años después de que eso ocurriera yo empecé a tener la conciencia de que eso era así: mi papá era funcionario, era secretario legal técnico y administrativo del ministerio de economía. El título era más largo, agregaba otra institución más que nunca me acuerdo y al final decía: "y Obras Públicas". Yo lo memorizaba con el mismo placer que memorizaba el preámbulo de la constitución y todas las cosas que se podían memorizar de la historia del patriotismo,  discursos y frases de que, contra toda educación posterior, me emocionan aún hoy. No es un mal ejemplo el discurso sobre el optimismo que Joaquín V. Gonzáles dio en la Universidad de la Plata que papá me hizo descubrir y yo, más tarde, aprendí de memoria. Él dice que en ese momento la gente amaba ese gobierno y que las cosas nuevas que él estaba inventando para el país eran recibidas por el pueblo con una alegría desenfrenada. Eso lo dice hoy que todo el mundo lo odia y odia ese gobierno. Antes lo sentía, lo tenía como cosa vivida y, en consecuencia, para él, cosa real. Ahora, preso de este presente que le es tan adverso, este presente que vuelve aquel pasado imposible, incapaz de parecer siquiera verosímil, ahora empieza a hablar de esos triunfos que antes, victorioso, disfrutaba en silencio. Creo que ese idealismo de papá se materializó bastante en el mundo que construyó para nosotros. Básicamente, podría perfectamente sentirme, visto desde este momento, como la hija de un lunático perdido en la representación de un pasado argentino que se dedicaba cada día a recrearlo en las imaginaciones de sus hijos. Como si pudiera, a través de nuestros ojos crédulos, vivir ese deseo de la Argentina y la sensación de estar viviendo en su presente más joven y más intenso. Un buen ejemplo de cómo se traducía esto en mi vida es la ilusión dolorosa en la que pasé meses de mi infancia esperando una carta del presidente. Claro, yo habría expresado, inflamada por el amor que él sentía por algo que yo no podía entender ni conocer, el deseo de escribirle al Presidente. Mi padre, que, como digo, estaba efectivamente de la nuca y me hacía creer, como un esquizofrénico, que el gobierno era algo así como el castillo de Magic Kindom, me respondió "y escribile! Él va a estar muy contento de recibir tu carta, te va a responder". Esto yo lo habré escuchado más así: "¡Pero si el Presidente ya me dijo que está esperando TU carta! Te va a responder enseguida y va a mandar un carruaje tirado por cuatro granaderos a caballo que van a traer el sobre hasta la portería de casa". Por supuesto cada día que siguió al día en que mandé la carta a la Casa Rosada me desperté en la mañana con la energía de la ilusión, me puse el uniforme y bajé del ascensor corriendo hasta la portería donde le decía a Alberto, que ahora está muerto, "Alberto, ¿hay una carta para mí?", y cada uno de esos días Alberto me respondió, ahora que pienso sin la menor ternura por esa inocencia mía (ese hombre era un insensible), "no, nada". Papá, en esas noches de espera, en lugar de calmar mi impaciencia advirtiéndome de la realidad (el Presidente nunca me escribiría ni yo sabría jamás si alguna vez me había leído), me hablaba de cómo sería el sobre, me contaba que en la Presidencia tenía sobres especiales que en el vértice superior izquierdo llevaban un sello de agua dorado con la figura de un granadero en posición de granadero. Lo que esperé ese sobre, lo que esperé tenerlo entre mis manos y poder pasar un dedo por encima del soldadito de oro, yo no puedo explicar eso. Casi diría que ese fue mi primer desengaño amoroso, a los diez años y con el Presidente. Si ahora llamo a mi padre y le recrimino esa pasión sentimental que me hizo vivir demasiado joven con ese hombre mayor y desgraciado le va a agarrar un ataque de risa y me va a decir cualquier verdura. Que no fue así, riéndose me va a decir que no fue así, le voy a sacar entonces lo del soldadito y el sobre,  él se va a reír más, va a seguir fingiendo que no tengo razón, que me olvido de algún detalle importante, tal vez real, sobre mi verdadera imposición de ese capricho salido de la nada y así la cosa. Pero yo insisto: ¡qué tormentos en el recreo sentada en un rincón alejado del patio con un pebete de jamón y queso en la mano pensando "¿por qué el presidente no me responde?"!
Papá llegaba al punto de hacerme creer, pienso, en esa esperanza que su idealismo-comando no le deja, contra todo destino, abandonar, en un país donde el Presidente le responde cartas a las niñas maravillosas que le escriben. Y qué no hace posible la mirada de un niño.

viernes, 29 de julio de 2011

Mañanas de skype

Hablo con Josefina por skype. Me dice que encontró una carta que les había mandado a "las Chiquititas de Cris Morena". La carta me la leyó en los últimos 46 segundos que quedaban antes de que su computadora se apagara para instalar un programa nuevo que ella acababa de aceptar. Había decidido ponerse a estudiar y su manera de lograrlo era que su computadora hiciera por ella lo que ella no podía hacer: cortarme el teléfono. "Rápido, por favor, buscala, leela", le rogué cuando me informó que la cuenta final estaba activada. Ella se volvió ágil en la búsqueda y logré escuchar una parte. Lo tengo que transcribir, es necesario. La primera línea era algo así como: "Soy Josefina, mi sueño es actuar en Chiquititas y creo que estoy capacitada porque tomé clases de teatro". Después, en algún momento que llegó de golpe haciéndome olvidar el hilo de lo que venía escuchando, dijo algo como: "Soy católica practicante, creo jesús y creo que es lo mejor que nos pasó en la vida". Quise interrogarla por esta faceta evangelista que parecía ser de repente la verdadera razón de la carta, la causa oculta en la inocencia del sueño de una niña, pero no quedaba tiempo, el skype, como una bomba, corría los minutos hacia un abismo que ahora me doy cuenta nunca tuvo sonido (quiero decir que no se oía un "pip pip pip") y del que sin embargo ahora, mientras lo evoco, me parece sentirle el tic-tac.
Pude escuchar justo un segundo antes de que el sonido del corte oscureciera la cocina de Conesa en mi pantalla un "como ven, quiero mucho a Jesús y a Dios y...". ¿Qué seguiría después?
Antes en la conversación me contó que a Hoqui se le había dado por decir que Toni le caía bien. Toni, "gordo malvestido de sexualidad dudosa", como una vez lo supo llamar Santi, era el ex-novio de Feli, el chico en cuya casa hicimos varios asados y hasta pasamos un año nuevo en el que tomamos ácido y bailamos como si fuéramos pre-adolescentes mágicamente desinhibidos (creo que la canción Doctor Psiquiatra nos hace muy mal a todos). Hoqui, según entiendo, fue justamente atacado por la desfachatez de declarar, de la nada, un afecto hacia Toni, que sí, era generoso y buen chico, pero no lo amamos y punto. No es porque es gordo ni porque es pelado ni porque es bienpensante ni porque es hippie ni porque en el fondo es bueno de verdad, no, no lo queremos porque nos parece falso. Nada más. Ahora parece que no lo queremos por razones débiles pero siento que me desvío si sigo con esto. Lo importante es que Hoqui, en su defensa contra el ataque razonable de los demás, contestó "porque me cae bien, porque a mí todos los feos me caen bien". Primero: no es verdad porque no le cae bien Javi. En todo caso, felicito a la gente de corazón antiracist-racist como Hoqui y como Micaela que sólo da cigarrillos en la calle si la persona que se lo pide es de piel negra. Si es ese negro-azul por ahí le da dos. Felicito también a Agustina porque cuando le preguntás si Martina le parece fea, ella te responde: "Martina no me parece linda". Aunque es cierto en el círculo íntimo corre el rumor o, mejor dicho, la sospecha de que inconscientemente haya desarrollado esta personalidad bondadosa porque cree que si sos buena te ven más linda. Somos un mundo. Es así.

sábado, 9 de julio de 2011

Frases memorables de la televisión

Me he tomado la libertad inaugurar una nueva sección en nuestro blog: "Frases memorables de la televisión." Dado al carácter altamente explícito del nombre obviaré toda explicación relativa a la naturaleza de este.
Acá van los tallarines:
Grey's Anatomy temporada 6 episodio 16.
Meredith encuentra a Lexie desnuda en la cama esperando a Karev.
Lexie: It's just sex, there's no feelings involved.
Meredith: Right, because you are no feelings type of girl. YOUR HEART LIVES IN YOUR VAGINA.

Silent treatment y efeméride.

                                                                                                                                        . Ahí acabó mi "trato de silencio" (suena mucho más feo e idiota en español, es más podría ser el superpoder de un superhéroe de una supermala historieta argentina: El Capitán Carmuse le ha aplicado una dosis de su letal Trato de Silencio a su archienemigo el macabro Carpintero Díaz).
Bref, you are not fired baby!!!!!!
Bajón: en la borrachera me comprometí a ir a tomar un café con la versión chamuscada de Reese Witherspoon. Odio el café!
Ahora sí, efemérides: hay mucha más gente de lo que uno cree que se apellida Sardinas. Es la primera vez que me alegra no formar parte de un grupo.

El barco y las pin-up girls

No me animo a llamarte porque esta mañana te temo casi tanto como Kafka a su papá. Te juro preferiría que me pegaras un reto bárbaro al silencio que sé que me vas a propiciar. Como si nada hubiera pasado, nada que fuera "decible", sólo una decepción tal que no puede sino callarse. The Micaela Treatment. Yo te juro que quería ser divertida pero el vino me llevó para cualquier lado me parece. ¿Y fue así nomás? ¿Pasó lo que pasó?¿Posta? ¿Te acompañé a una fiesta copada donde tenía que ser copada y me quedé dormida borracha encima de una mesa o de algo parecido a una mesa? Qué sé yo, tal vez fue que un momento el pelado que de repente tenía pelo (y mirá que para que te quede bien una peluca de elvis de nylon te tiene que quedar muy mal la pelada) me explicó, señalando a un lado y a otro como hacen ahora los videos de las azafatas antes de que despegue el avión, que a nuestra derecha estaba el Musée d'Orsay (que se ocupó de pronunciar muy lentamente) y a nuestra izquierda el Louvre (que aclaró era otro museo) y enseguida agregó: "Et ça c'est la Seine, tu comprends? la fl-eu-ve", insistió con una pronunciación para sordomudos. Creo que eso fue lo que me deprimió. Como ya estaba borracha y el chico hablaba en cámara lenta, yo lo veía todo como en esas películas en las que filman desde la perspectiva de un perro o un bebé, ¿viste? Más tarde no te encontraba, no era lo suficientemente fea como para que Totof me diera bola y del otro chico que me había parecido simpático me acordé recién de nuevo esta mañana, qué tonta, no sé cómo ayer me olvidé tan rápido de mi rol de generala a caballo, se ve que el vino más el espectáculo de danza (che, algunos bailaban muy bien en serio) me obnubiló y de repente me sentía en el Gran Rex, me senté en una sillita a mirar todo como si hubiera pagado la entrada, no me acuerdo mucho más, tal vez la sensación de deambular con vaso en mano de proa a popa a lo flâneur hasta que la mesa me encontró desmayada. Ahí se corta la película. I do recall estar sentada en la vereda con una francesa que se disculpaba una y otra vez por no darnos demasiada pelota y muuuuucho viento en la cara y en las piernas, velocidad, velocidad-miedo y siete pisos. Nada más. ¿Qué nos pasó? ¿Nos divertimos? ¿Vos estabas bien? Mis recuerdos son fantásticos pero I was no Natalia, lo sé. Prometo ser más "fun" la próxima vez. LO JURO. Don't fire me! Please! ¡Otra oportú-nidad, otra oportú-nidad! El barco por momentos se movía y yo sentía el agua abajo de los pies. Mucha chica linda pero ninguna con estrella, todas se volvían un poco fade, como los chicos, sólo resaltabas vos cuando aparecías de repente y en los momentos en los que no estabas, ¿dónde estaba yo?

miércoles, 6 de julio de 2011

Montparnasse

Yo no sé si vos te das cuenta, pero nosotras comemos mucho sundae. Al final, creo que nos hace bien. No te voy a decir que nos une pero algo pasa alrededor del sundae; del sundae, por ejemplo, mientras yo te trataba de explicar algo del nouveau roman del que en realidad no sé nada y vos me hablabas del emo de mercedes que ahora tiene ciento cincuenta seguidores, salió este blog. Nos complementamos tan bien la verdad: vos caramel, yo chocolate, las dos a veces con ganas de frutilla, ¡es perfecto! Del emo decís que escribe cosas que no se entienden nada. ¿Y por qué lo seguirán? Me imagino a un emo corriendo y a un montón de mercedinos siguiéndolo atrás, todo un remake de Forest Gump bonaerense. Y ya sé que ahora estarás pensando que cómo pongo acá que vos le dijiste emo al emo pero yo creo que lo mejor es justamente eso, escribir al estilo zafarrancho, qué tanto ni qué tanto, ¿quién nos va a leer? ¿No dijimos acaso que iba a ser como un diario íntimo entre las dos? Que sea, entonces, ¡que sea!